Enojo, coraje y furia.

Cada vez que me enojaba, desde muy chico, sentía la necesidad de “sacarlo”, es enojo ¿no? Y ese coraje o furia (en muchos de los casos) salía violentamente, contra alguien o algo, de muchas maneras, pero había que sacarlo – total – estaba enojado y aprendí que así había que lidiar con el enojo, desquitándome.

Por alguna mágica razón (obviamente viendo hacia atrás) entiendo hoy que justificaba el desquite y me sentía con el derecho de hacer lo que en ese arrebato de furia fuera necesario para “calmar” o sacar lo que estaba sintiendo. No podía estar más equivocado de verdad. Vienen a mí mente: portazos, alguna que otra cosa rota, levantar la voz (gritar básicamente), el dolor de la mano por haberle pegado a algo, el mecanismo que puedas estar pensando… también. Tenia derecho, según yo. 

Para todo cambio de conducta se necesita un punto de realización y el mío fue cuando me di cuenta de que a personas cercanas y a las que amaba las empezaba a alejar o empezaban a sentir miedo de mis expresiones de enojo, la confrontación evidentemente generó mucho dolor, pero este fue el punto neurálgico de mis ganas de trascenderlo.

Para empezar, sí, es una conducta aprendida del ejemplo, como casi todos nuestros procesos conductuales básicos y si no pongo atención pasan completamente desapercibidos, al menos por mí, por que son normales, es lo que aprendí y entonces esta validado, o, lo valido y entonces justifico con el simple hecho de que estaba enojado o que me hicieron enojar. 

¿Hasta donde llega mí enojo o la expresión de este? Hasta donde yo decido y esto justamente es lo peligroso, yo mismo alimento mí enojo y toda su expresión, por si no fuera poco esto, se alimenta de mis enojos pasados al respecto (por lo general están conectados con situaciones similares) entonces es como si estuviera prendiendo una fila de cerillos consecutivos. 

Las situaciones que me enojan y alimentan más mí enojo se alimentan de corajes enterrados y entre más enterradas y comprimidos más volátiles se vuelven y más – como decirlo – ¡densos! sí, más concentrados y para mí esto es furia pura. A medida que desciendo estos niveles me voy dando cuenta que al final, todo este camino pólvora es, solamente, la figura del niño lastimado que no tiene los medios para lidiar con el enojo y entonces reclama. 

Todo esto me dice que: hasta que no haga consciente mí mecanismo de enojo y no entienda de dónde viene, me seguiré comportando como ese niño enojado, herido, que no sabe que ni cómo hacer y debajo del enojo por lo general encuentro dolor. Entonces, vengo arrastrando dolor cubierto de enojo y cada que pasa más tiempo voy enterrando esto y se va condensando, es como una paleta de capas de sabores y en el centro esta el chicle, ahí está la base, el premio por decirle de algún modo. 

Entender que estar enojado no me da derecho a violentar nada, no tengo derecho de hacer daño por estar enojado, aunque sienta que “me hayan hecho algo”. Que tampoco tengo derecho a desquitarme de nada ya que es mí responsabilidad el manejo de cualquier situación y/o agresión, sea o no culpable y nada justifica la violencia, como expuse en la entrada anterior de la violencia, es un gesto de temor. 

En el hombre en busca de sentido, Viktor Frankl, describe como muchos de los sobrevivientes de los campos de concentración al salir empiezan a destrozar cosas a su paso, a pisar flores y plantas, a desquitarse de la pesadilla que habían vivido y me doy cuenta de que por lo general el primer pensamiento al respecto es: ¡claro, después de todo lo que les hicieron! Pero entonces y en primer lugar ¿dónde acaba la violencia? Si lo único que hago es continuar la cadena de transacción de esta, en segundo lugar ¿dónde queda la responsabilidad? lo que hago y nace de mí me hace responsable de las consecuencias ¿realmente influye lo que haya sufrido? ¿me quita responsabilidad? No creo, nadie más que yo soy responsable de mis acciones, sin importar el abuso que haya soportado. 

Porque fui víctima ahora juego el papel de victimario, por que puedo y porque es la manera de desahogo y de cierto modo está normalizado y es uno de estos acuerdos sociales no dichos pero si establecidos, pero como todo, es solamente una creencia (si es colectiva y es grande por lo mismo) sin embargo una creencia no más a las que se les puede arrancar de nuestra psique, podemos hacer mierda esa creencia y generar una nueva, parado desde otro lugar, dejando el temor al lado y buscando contenerme y comprenderme, ósea, cambiar mí óptica de temor por la del amor.

-jccp 

Fav 3

Un comentario

  1. Me encantó!
    Muy cierto 🙌🏻

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